lunes, 11 de enero de 2010

LOS PAJAROS ESQUIZOFRENICOS

Arts and Schizophrenics Birds Group
Poesia Y Arte Experimental
Alekxsander J. Guzman M.
Linguistica y Literatura
eternauta780@hotmail.com


I
Llévame donde los pájaros esquizofrénicos incendian sus nidos,
En medio de una noche eclíptica llena de mariposas cinceladas
A través del martillo que clava lunas arrechitas a las paredes,
Un mundo de vírgenes estáticas que sufren
Parecidas a los hielos bajo el sol.
Llévame a Tu tristeza como un manjar de silbidos y lágrimas azules,
Anclada sobre el techo de los navíos devorándose
Así mismos en el fondo del mar.
Empújame a padecer junto a los sabores alados y estremecidos por los volcanes de la risa,
Invictos para nada en la batalla de calzones incendiándose,
Lentamente, los amantes mirando sin importancia el fondo de las estrellas que cruzan,
Al instante cruzando los caracoles la muralla china, y tu allí sentada, llorando…
Luego despertar
Estar sentados frente a otro vacio que se maquilla las pestañas,
Sentado frente a los parpados de girasol, sacudiendo las fuentes,
Enigmáticas sobre las arenas de las praderas, tus ojos y el desierto
Las lunas, los coyotes, los soles
Tu piel
Las mariposas
Y los valles eternos de Bonsái.

II
Este poema esta electrificado
Tiene cercas de alambre con corriente
Un millón de voltios en la descarga
Tócalo suavemente con la lengua despacio
Sentirás una lluvia que viene de muy lejos
Un barco oxidado varado en la playa
Un paisaje a la distancia tan bello como un asno
Luego sentirías como si estuvieras
Pintando las paredes del cielo con óleos azul pastel
La escalera multicolor descendiendo hasta la luna
Ella siempre con espuelas electrificadas y alambres desconectados
Por todo su cuerpo sin energía estática sentirías
Mil caricias estrambóticas en la médula del cráneo giratorio
Un tropel de danzantes semidesnudos en la ebriedad sonora
Y a veces en el cielo aves que revolotean sin rumbos mentales
Sobre bosques legendarios hechizados por el viento
Y criaturas elásticas saliendo de agujeros en los callejones
Asaltándote por la espalda con pararrayos en sus manos
Sin dientes en sus bocas y cableados electrificados en sus miradas
Tócalo y sentirás sus mallas eléctricas atrapando peces de colores
Burbujas con arcoíris atrapados como fantasmas en la luz
Delgados dinosaurios en las paredes del motel con sombras
Aleteando bajo las luces neón en una ciudad antigua.

III
Llévame donde los pájaros esquizofrénicos incendian sus nidos,
Encontrare los besos que se chocan Contra los pezones
Y los sostenes mercurianos flotando a través de los mares lentos
Llévame cerca de tus muslos de sándalo
Y uniré a amantes de óleo en silencio sobre las alfombras de un barco.
Sin sus alas ferroviarias en las esquinas de tus hombros
Pluma acostada sobre el muelle
Besos lastimando mis heridas
Escucharemos músicas extrañas en lugares inimaginables
Con la lengua que se desliza por el vientre
Asaltando el cielo, el mar y las rocas moribundas
A mitad del camino erguido de mariposas
Al borde de la eternidad fuera del tiempo.
Hallaremos un barco oxidado varado en la playa
Y los sueños de una caricia prohibida
Aves que cruzan la mirada de los árboles y luego
La luna que oculta su rostro en la almohada del cielo
Sintiendo las cosquillas de las libélulas en el estomago
El vacio es el único lugar que nos encanta Para danzar con las estrellas fugaces
Ancladas a los relámpagos absurdos o lentos
Contra los pezones de la lluvia
Los amantes mirando sin importancia
El fondo de las estrellas que cruzan,
Quizá escapar cuando se choquen dos eclipses enamorados
Y amantes de óleo en silencio sobre las alfombras de un barco.

IV
Utilizando sus manos como arpones
Recorría la espalda muda en el silencio del colchón
La bruma era pálida en la gestación de rosas
Claras botellas de amargura traídas desde el sur
Automático en la rueda dentada de la incesante fatalidad
Insondable y lejana la brisa de otoño
Desmelenada hoguera entre las confusiones del clítoris
Infatigable alegría de helado de vainilla derritiéndose al sol
De la tarde en un día en el parque final de una temporada de amor
Menos sombrío en la postura del reloj cuando pasaste
Alumbrando los carruajes con destino a fálicos barcos fantasmagóricos
Fragancias aztecas de un amor incurable
Asaltando el cielo, el mar y las rocas moribundas
A mitad del camino erguido de mariposas…
Oscuros pozos en medio del corazón abatido
Enredado entre los cabellos de las más bellas Gorgonas
Y finalmente envuelto entre sus escudos de lujuria
Arrecifes silenciosos y desnudos a mitad del cigarrillo
Con sus mujeres detrás de la puerta de Atenea
Incansables en la satisfacción de los deseos
Horripilantes noches sin sus besos de nieve
Dormitando en el muelle esperando la llegada azul
El meridiano suicida…
Intranquila noche a las orillas del deseo.

V
“Despierta detrás de las colinas
Llévame donde los pájaros esquizofrénicos
Incendian sus nidos…
Iremos juntos con las caravanas egipcias
A orillas del Nilo atravesando las pirámides mentales en mil
Agujeros negros en el espacio más allá de tu mente infinita
Conquistaremos incontables planetoides hace muchos siglos
Ocupados por aquellas…
Criaturas desenfrenadas que bailaban en la luna
Rezaran por nosotros después de nuestra muerte
Gozaremos innumerables tentaciones en las tierras de fuego
Con sus mujeres volcánicas de deseo
Usurparemos los flotantes navíos marcianos
Ejecutaremos insondables maravillas desconocidas por el hombre
Escucharemos músicas extrañas en lugares inimaginables
Danzaremos encantadas melodías en gélidos bosques en Orión
Contemplaremos la locura de antiguas poetisas intersiderales
Venidas de azules desiertos enterrados en el espacio
De un cubo de azúcar que te sobra al lado de tu de taza de café
Hallaremos una tarde de verano bronceada bajo la luz cálida del sol
Mientras en la ventana sonará el más profundo laúd
Existente nunca antes en la corte del pálido Pleyadiano despertando
La explosión de diez mil galaxias en la sonrisa terrícola de
La bailarina espacial y sus pájaros esquizofrénicos.

VI
Caravanas de doncellas cayendo desde las torres huracanadas
Vistas por las gaviotas que persiguen elefantes
En los caminos atravesados por las perlas y
Floreciendo en las garras de los senderos
Veo un laúd suicida desnudándose ante las mandolinas ebrias de zafiro
La eternidad era un hueco profundo de donde no se podía salir
Quizá escapar cuando se choquen dos eclipses enamorados
Llévame frente a la ciudad de los cinco arcoíris para
Robarle el ladrido a los colores que guardan las esencias de los naufragios
Quitarle el sueño a las lagrimas que bajan por la nariz de los arboles
Tan tristes los caparazones de las jirafas angustiadas
Melancólicos como el lobo que se envenenó luego de colgar el teléfono
Mira las negras cabelleras de las flores
Y deja que los cien pies escalen tu espalda
Y que se duerman en el fondo de tu garganta
Desanclo en tu Monte de Venus
Recorro lentamente
Sus horizontes hasta la medialuna luciérnaga
Que se convirtió en sol oceánico cierta madrugada
Sobre las mesas de la taberna…
Allí nacieron los besos que se chocan
Contra los pezones
De la lluvia.

VII
La imposibilidad de ser
Y de caer y de volver al lugar
Equivocado deambulando sin su voz
En terrenos tan volubles
Que las naciones estelares nos envidiarían
Detrás de los velos de la luz
Se encuentra una joven perdida más lejos que los océanos
Sucumbiendo a la desmejorìa habitual
Rondando los amaneceres buscando una mirada y una mano
Que se pierda contigo en el desierto de la piel
Bajando cada vez más la voz
Hasta el valle de tu vientre en las colinas de la cintura
A escondidas del universo para el regocijo del amor
Paranormales estaciones en el cielo
Cobijando la tierra como un abanico púrpura
En las manos de una prostituta
Enlazando las lenguas a las rodillas definitivas
Hasta el borde de tus labios
Sintiendo las cosquillas de las libélulas en el estomago
Girando en los muelles y en los arrecifes frenéticos
Que caen de las almohadas como amantes en celo
Frente a la chimenea y la nieve en la ventana
Cálidos como dos lobitos en verano
Debajo de la ternura y el caos de sentir
Que se está locamente enamorado.

VIII
Surgen de la penumbra las olas del mar
Estáticas bailan las diosas del deseo primaveral
Cuando el lobito busca a su presa en el bosque
Para invitarla a beber una copa
Del vino más dulce de la sangre de su amada
Llora un desconsolado a las orillas de un tren
Que serpentea en tu cabeza como la idea
De una serpiente que se arrastra en la centrifuga
De todos los horizontes sin saber por qué
Los coyotes como los lobos son presas de los conejos
De noche los sonidos se pierden en la oscuridad
Los labios se entretejen uno a uno en un solo beso demente
Las lunas se salpican de sangre de nube
En las calmadas latitudes del espacio
Los amantes se agarran de las manos presintiendo el fin
El fin de su amor que caerá en las tinieblas del corazón
Por fin solo el infinito sin pensar en ti
Cuando los halcones vuelen sobre el palacio del Sol
Te acostaras a mi orilla más próxima
Y te balancearas en mis límites
Como una niña que juega sola
Sin más ni más
En el rincón de un patio desolado
Te recostaras en mi ventrículo izquierdo
Y dormirás plácidamente mientras sueñas con lobos.

IX
No importa si hay arañas en las paredes
Aún te amo por las tardes
Los calabozos del alma
Son húmedos y fríos
Pero aún te amo sin
Las pobres caricias a la intemperie que
Deambulan esqueléticas por la lombriz
Semicurva de caderas frenéticas
Aunque aún te sueño en noches alucinantes
Mientras comemos un gran banquete
Los corceles del rey ahora son nutrias
Las gaviotas se han prostituido
La lluvia es oscura como el barro
La abeja reina se ha vuelto una esclava
Y los músicos tocan un jazz lamentable
Cien destinos se pierden antes de ser
Durmiendo eternamente con los ángeles
De las brumas cálidas de otoño
Aún te amo
Unos sueños decapitados se lanzan al vacio
Las murallas alrededor del alma nos separan
Pero aún la lluvia es oscura como el barro
No importa si hay arañas en las paredes.

X
Los cuervos de la torre
Huyen de la serenidad
La roca que critica de día
Critica por la noche al suave viento nocturno
Cuando las nieves eternas del norte
Desaparezcan solo para ti
Mientras las brumas descansan en paz
El sol gira a tu alrededor siguiéndote
Desencadena tu memoria
Se articulan los escalofríos en un solo paroxismo
Cuando las libélulas se posen sobre el hongo
Todo es distinto aquí
Los sonidos que crujen bajo las lámparas
Las siniestras maravillas de la noche
Las bocas de algodón entre las profundidades
De la luna miserable de amor
Los sueños de una caricia prohibida
Detrás de la puerta y en la ventana del alma
Suavemente tocando tus rodillas
Asumiendo la postura incansable de la lujuria
Cayendo desde la cúspide infinita del sol
Despertando a las orillas de la voluptuosidad
Controlando los orgasmos de la memoria
Al desfallecer sobre tu cuerpo.

XI
Mazmorras del corazón
Solitarios eran los días débiles
De los enamorados eternos del vino
Almas perdidas que desafiaron a Caronte
Y casi lo bajan de la Barca
Aquellos desprendidos de la Aurora Boreal
Los que vivieron en Orión
Y una noche
Bajaron desde allá para quedarse
Para siempre
En la superficie de la Tierra
Detrás de las montañas estábamos
Detrás de las visiones incandescentes
Bajamos por el callejón de la mañana
Como si fuéramos ángeles deshabitados
En cierto camino funerario en las colinas del alma
Fuegos fatuos de diez mil años atrás
Aves que cruzan la mirada de los arboles
Entre la sangre de las colinas y los amaneceres
Volando en la desintegración de las distancias
En el aire calmado de tu sonrisa
En dimensiones ajenas al alcance de una corazonada
Luces incandescentes
Recostadas contra la nieve.

XII
Nace un ciervo en el bosque
Una joven aborta a las orillas de un hospital
La luna está llena en una noche tranquila
Ella le teme a la oscuridad
El mar es inmenso y hermoso
Él, desde niño teme ahogarse y no sabe nadar.
Una araña teje una esplendida obra de arte
Los niños aplastan los insectos contra las paredes
La lluvia cae sobre el bosque
Ella no sale de su casa porque su paraguas está roto
El sol saluda al oso en la montaña
Me oculto todo el día en la oscuridad de mi habitación
Las frutos se caen de los arboles por si solos
Un niño muere de hambre en las aceras de una ciudad
En la tarde una caminata a las orillas de un lago
La fábrica escupe venenos industriales al viento
Al ver el atardecer los amantes se besan
Un ebrio degolló a su mejor amigo en una taberna
Un gato se pasea por el tejado perezosamente
El mundo se detuvo por dos segundos
Nace una mujer bella cerca al océano
Alguien se cortas las venas por desesperación y tristeza
Un bebé sonríe al ver a su madre
El halcón vuela sobre el valle en Primavera
Y un condenado escribe un poema.

XIII
Verdes colinas florecen
El sol vuela sobre nuestras cabezas
La luna oculta su rostro en la almohada del cielo
Las constelaciones pronuncian tu nombre y
El lobo oculta su presa de la jauría
Un ave se muere de frio en la copa de un árbol
Esperando una nueva oleada de la lluvia
Las canoas se hunden en el rio
Las montañas envejecen y mi estomago gruñe una vez mas
Tus lágrimas se deslizan por el valle siniestro de tu cuerpo
Las flores son visitadas por las abejas y el colibrí
Que duerme en tu ventana
Esta enamorado de ti
La lluvia se desliza por todas partes
Todo ha acabado
La villa ha sido incendiada y se han robado
EL último pedazo de mi corazón
Entrecortados por los hemisferios de la noche
Las sonrisas bailaban al frenesí del amor
Equidistantes quedaron los amantes
Al caer
Sobre
El silencio.

XIV
Cuando pienso en el amor
Pienso en imposibles hojas que caen de los arboles
Por causa de los vientos danzando en mi cabeza
Pienso constantemente en dirección al mar
Perdido entre olas de dolor.

Cuando pienso en el amor
Colapsan mil horizontes por la boca de la luna
Vuelan inesperadamente gaviotas estremecidas por la noche
Cuando pienso en la forma de encontrar en medio
De la muchedumbre agitada
Un instante contigo.

Me doy cuenta que pensar es un error y amar mucho peor
Olvido la noche y olvido la eternidad de tu perfume
Tus suaves rizos enredándome el alma bajo un sol imposible
Olvido tus ojos hechizados de amor
Por una noche de amargura.

EL SOL EN LA VENTANA
Y EL NAVIO DE LA LUNA
CAIAN LENTAMENTE SOBRE TU PIEL.

XV
Llévame con las soledades fugadas y erectas del terciopelo fabuloso
Sueño cantabas las sonrosadas bestias de las campanas
Ancladas a los relámpagos absurdos o lentos
Sin pendular la ebriedad de tu olvido en la ribera
De los sostenes mercurianos flotando a través de los mares lentos
Siglos femíneos acordes a la tormenta y danza de la prisionera
Los colores inmensurables
Labios sin tabaco
Una lengua relamida por el whisky y el susurro exquisito
Huidizo del perfume de tus cabellos
Tendida sobre la arena
Junto a tus voces rosadas y tus alucinaciones
Esfinge murciélaga amarilla el medio sol de tu alcoba
Se declina una y otra vez mientras las caricias infinitas
Negadas para siempre entre la sombra del jade
Hasta los pechos huracanados
Mil fragancias melancólicas
Entre tus piernas gemidos beodos
Llévame cerca de tus muslos de sándalo
Salvaje ebria trémula purpurina
Olas rendidas a las libélulas
Quizá un tranvía cabalgando despacio
Sí algún día pudiera besarte.

XVI
A una soñada tempestad de sanguijuela
Tu lujuriante tristeza me dijiste ven conmigo de un balazo
Y dos recuerdos mal usados y alcoholes cual bemoles desaparecidos
Por las hechiceras desnudas de fantasías, ritmos y traiciones
Tres veces más hermosa siempre
De los sueños indómitos
De la lámpara del deseo sin sed de constelación
Morbosa o ardiente
Con las redes de gatos malsonantes
Naufragio crepuscular en la lujuria
Ardiente naufragio de lujuria eternamente femenil
El deseo cuaternario siempre musgoso
La angustiante mirada cubriendo el beso pirata y asesino
Llévame a las orillas de tus labios
Cuatro estaciones desnudas a la intemperie
De sus abrazos inexpugnables rozagantes de amatista
Y cenizas tentando el corazón de mis encrucijadas
Delicias frutos de tus ancas báquicas ebrias sin la copa del Orco
Manteles violáceos en miel acida de espuma y
Música escotada en la superficie de mi barca en apetito acariciante
Y piedras hindúes perfumadas en el muelle
A mediodía sobre el llanto danzante
Y amantes de óleo en silencio sobre las alfombras de un barco.

XVII
Se adormecen tus lamentos en el agua
Llévame donde los dragones
Sin mandíbula besan la mañana
La gigantesca ventana punta arriba
Esta noche tu galopas los escondites y los cubos bajo la cintura
Tu almohada sudorosa
Estrella en el cuadrilátero y las maromas pensantes
Amores fáciles de perder en el ajedrez contra la muerte de la reina
Medio eslabón cortante de las lejanías y
Los olvidos premeditados del corazón incontrolable
Sensual arboleda de bambú
Tus manos de melocotón tus dedos de azulejos cambiantes
Y gemas entrelazadas al cordón de tu espalda
Cansada de volteretas y alambrados piensas en los inútiles
Sentimientos que se escurren sobre la pared
Se escurren por la barbilla tras la menguante luna violácea
Los descensos espasmódicos
La alucinada escalinata de la memoria
Los jinetes fantasmagóricos cruzando el salón del rey
Torbellinos flotantes pezones ovarios lastimados
Besos eternamente suspendidos
Al frenesí cadencioso de una boca de vino.

XVIII
Serpientes mordelonas de ojos azules
Clavos de medianoche intravenosa melodía
Acuarela deslizante de mis temores relámpagos
Barbará angustiada perversa mandolina y eco del eco
Contra la penumbra de mis mil huesos tus senos volcánicos
Cuestiones sin ternura de la tela suave caer de los reptantes cielos
Hasta la medula del olvido sobre una curva semiturbia cadena de flores
Pluripétalas escondidas de tus padres angustiados siempre y sonsonantes escalas
De florines y pinceles gastados en tu sombra de piano electro estimulado y cocaína en
Rascacielos, desmontados de la melancolía esquina donde reinan atardeceres de humo
Clavado en el antebrazo de tus labios semidormidos siempre, siempre rutilantes cual
Las hijas culpables desde ahora hasta el zumbido de los algodones del muslo y tus
Miradas de caída libre abajo de la pupila constipada y amores profanados de
La momia ternura, cervatillos y anacondas hambrientas de melancolía
Escondida demencial anuncio de tu presencia uterina cabaña
Incendiada y apagada por tus lágrimas recónditas heridas
Más allá de la ceniza elástica y corazón espachurrado
En los andenes agrietados a ventrículos y aortas
Temerosas de amar para perder también la
Caricia en tacto sobre unos bellos senos
Gota de sufrimiento amordazado a
Tus lágrimas en las pestañas
Y en mis venas.

XIX
Tan bella fue la luna en espiral
Aguamarina y dragonezca
No más bella que tu
Oxigeno sobre el cuello de la joven rubia
Primaveral estática maquinaria en sus cajones perdidos
Perdidas perdido todo su vestido en el lago
Perdidas las perlas de la chiquilla perdida la mujer
En mis calabozos mentales perdido el sentido de los originales
Macacos del manicomio
Chasquidos perdidos los enigmas perdidas las virtudes
Perdidas todas las maquinaciones cerebrales
Perdidos tus gemidos perdida la mujer desperdiciada
Perdida la dentadura del piano puntiagudo y
Escalabrado sonido de la rima desdentada tía tercera
Del navío palpitante
O melómano del cinema perdidas las
Prostitutas de las terrazas bálticas
Tus aullidos felinos en las puertas de un castillo
Estampidas selváticas hacia las orillas de la cama
Bestiales murmullos de las princesas psicóticas
No más bellas que tu…
Perdidos los diez mil universos cercanos…
Nunca perdida la tristeza del vino.

XX
Embriagantes anillos de tristeza
Rondan la escalera sin escalones
Que te juegan relampagueando sollozos
Venidos de la calavera
Espacial antrozoomorfa y penumbra de luces ondulando
En tu mirada cada instante de vagón que se hunde
Sin sus alas ferroviarias en las esquinas de tus hombros
Llovedera cardiaca hasta el piso habitado
Por la gente constante aburrimiento
Desplegado a la vertical en la cabeza de Apollinaire
Suave saliente pétalo de tus orejas de laúd y oboe simiesco
Y en las rocas de la chimenea fugaz de ocarinas cansonas
Para tu desgaste huracanado azul
Pensar de las margaritas jardinescas y las otoñales cascadas
Sobre tu espalda dormilona adormecida en la escalera sin escalones
Marcianos que den vuelta eterna al terrícola de en frente
Con un escopetazo tras el pecho semiadornado de colibríes
Neuronales tazas de café y cigarrillo apagado en el cuello
Surcan la mirada de los campanarios vigilantes
Caída de coco escalabrante
Sobre Newton
Desde palmeras rosadas.

XXI
Pluma acostada sobre el muelle
De tu ombligo
Acostada a la camándula
Mármol amarillento esquina entrecortada
Guerra de montañeses semidesnudos
Paseando los prados en trirremes de ruedas y fuego
En los neumáticos siderales
De Orión las sombras donde habitas y languideces
Orgiástica guerra sexual de lluvias acrobáticas detrás
De las puertas ahora que tu luna de Saturno se quedo tranzada
En el cajón de la mesita de la tarde
Vacío tu paladar vacio tu toráxica membrana desde tu campana
Vacía el sentido de la incoherencia adormeces
Encantamiento de ojos a la mitad del semáforo sin alucinación neón
Estrella y guerra de sentimientos bajo las raíces del árbol cortado
Para tejerte una hamaca donde habites gatuna siempre
De rutilante belleza Fila de humo sobre la piel
La tristeza abrupta y telegráfica escrita en la pared
Cuando se acabaron los cigarrillos
Y te quedaste en silencio justo allí en el vacio
Curtida de adornos hindúes matutinos desde la sábana blanca
De tu codo a los labios no dijiste nada
De la rodilla a la lengua permaneciste en silencio
Luego tranquilamente devoraste las lágrimas finales.

XXII
Soñar que no sea una palabra
Alcanzando los olfatos inminentes
Flotabas en las hogueras subterráneas
Luna y acaramelada orgia en los brazos de la doncella
Del relincho en el árbol cual fantasma que vuelve
Por una copa de agua
Sostenida entre tus manos mientras caen los sonidos dolorosos y
Sus nostálgicas hijas despreciadas
Junto a la cacería del jabalí eterno del amor
Batallando con sus lagrimas y sus chillidos en frente del puente
Atravesando los pétalos cristalinos como una música
Salida de un viejo libro
Luciérnagas brillando en cada mirada
Besos lastimando las heridas
Remiendos en los jardines del alma
Quizá una tarde menos desafortunada
Para conocernos mejor
Una tarde que no fuera de palabra sino de infinito plasma
Todas las desviroladas noches pensando en el barranco
Donde te arrojaste
Impasibles e impalpables
Escaleras de las sombras furtivas
Esperando por una mujer que no fuera
La más antigua herida de su trágico perfume.

XXIII
Águilas prehistóricas zumban los pétalos arábigos
En contraste con las joyas aparecidas en los rayos de luz
Uno a uno la oscuridad sumergida antes del último destello
Reflejando las cumbres doradas subiendo gradualmente
La violácea ternura de tu boca…
Escondida detrás de la cadena de montañas
Y tu lengua de altos picos…
Con su ultimo resplandor de matices cambiantes en tu mirada
De refugio rocoso, santuario de mis tristezas de ventana
Mientras soplas suavemente entre los riscos de loto
Contemplando las grutas melancólicas y los edificios de piedra
Entre mis manos desmayadas de ozono trágico
Telefoneando al hospital más cercano y
En las calles de tu pelvis de Cleopatra
Avanzando cada vez más
Siempre en forma instantánea o incluso del sol
Profundamente al…
Anciano que enciende lúgubre lámparas azules…
Zarandeadas por las hadas borrachas
Que fotografían el incendio de tus ojos
Seduciendo suavemente
A las ninfas descabelladas
Valkirias alborotadas invocando las
Caricias desconectadas a tus gritos de placer.

XXIV
Mi nombre es nada
Mi fortuna es menos
Todos mis pensamientos son para ti
Mi futuro se tambalea en cuerdas flotantes
Las nubes se adensan cada vez
En los infinitos abismos del sol
Ellos se han ido en busca de Caronte
Amanece y no puedo impedirlo
Una noche más sin que estés cerca
El vacio es el único lugar donde nos encanta
Danzar con las estrellas fugaces
En otra vida menos trágica y triste
Hubiera sido exquisito contemplarlo
Mujeres desnudas con alborotados cabellos
Alrededor de inmensas hogueras gitanas
En viajes astrales infinitesimales a la orilla del universo
Libres de las horribles y siniestras cadenas
De los derrumbes definitivos del amor
Con los ojos más bellos que la muerte
Con sus miradas más hermosas que el diablo
En lugares menos profanos que los santuarios judíos
Engendrando criaturas magistrales
Contigo de nuevo en el bello caos cotidiano
Al borde de la eternidad fuera del tiempo.

XXV
Altura de la caída
Relojes al cuarto parámetro roto
Eres simplemente fugacidad y parpadeo nocturno
De perceptibles labios establecidos en tus muslos bajo
Diminutas piedrecillas de cristal
Y bastante sed también hambre por doquier
Saltos encaramados tristes ajedrecistas que se rascan la frente
Esquivando el sol finalmente
Esquinas rojas y hojas extrañas soledades
Para cruzar el rio de las voces amuralladas sin amor
Triste a las orillas de la mar
Viendo los barcos más tristes de la tierra
Con la lengua que se desliza por el vientre
No llores contra la pared…
Frunciendo sus trinos desde la copa de los arboles olvidados
Con sus alas terminando estampadas contra el viento
Aquellas de vuelo psicótico…
Te envuelve con sus aves esquizofrénicas
Altura de la caída vertical al fondo por fin
Al sótano musical sin melodía dos notas disonantes
Tristeza de andar cogido al paladar…
Tras una delgada línea amarilla
Sobre los besos derramados sobre tu boca.